Autor

Fotografía:

Comparte

  • del.icio.us
  • zabaldu
  • aupatu
  • meneame
  • digg

Si le ha parecido interesante el artículo puede ayudar a difundirlo

Zure iritzia / Su opinión

Participa

Premios

  • Artetsu Saria 2005

    Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik

  • Buber Saria 2003

    On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews y Media

  • Argia Saria 1999

    Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria

José María Navaz (1897-1975): Un recuerdo obligado en el centenario de la sociedad oceanográfica de Gipuzkoa

Parece oportuno sumar a las celebraciones realizadas para conmemorar el centenario de la creación de la Sociedad Oceanográfica, el recuerdo y la difusión, mediante este artículo, de algunos aspectos de la vida y obra de José María Navaz, que fue, durante 25 años, Director del Laboratorio de la Sociedad Oceanográfica de Guipuzcoa, en el Aquarium de San Sebastián.

José María Navaz Sanz nació en 1897 en Pamplona y murió en San Sebastián en el año 1975. Fue el cuarto hijo, y el segundo varón, de los diez hijos que tuvieron Teodoro Navaz, técnico de obras del Ayuntamiento de Pamplona y María Ana Sanz, profesora y directora durante 25 años de la Escuela Normal de maestras de Navarra.

Entre Madrid y Pamplona

Tras estudiar en la Escuela de Magisterio ya en Madrid, cursó, con brillantez, estudios en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, Sección de Ciencias, que terminó en el curso 1923-1924, siendo el número dos de su promoción. Obtuvo en 1929, en la Universidad Central, tras cursar la Carrera de Ciencias Biológicas, el título de Doctor en Ciencias Naturales.

Durante sus estudios en Madrid ingresó en la Residencia de Estudiantes, que pretendía completar la formación universitaria en un ambiente intelectual y de convivencia. Dentro de las corrientes renovadoras de la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia se convirtió, desde su fundación en 1910, en lo que fue, para algunos, el primer centro cultural de España. Allí fue compañero de los personajes relevantes, tanto del mundo de las Letras como de las Ciencias, que estuvieron relacionados con esta Institución. En principio fue residente y, después colaboró como tutor hasta 1936.

29 de abril del 36, Pamplona. Última reunión familiar para celebrar el cumpleaños de María Ana Sanz, ya que morirá el 25 de mayo de este año. José María detrás de su madre

29 de abril del 36, Pamplona. Última reunión familiar para celebrar el cumpleaños de María Ana Sanz, ya que morirá el 25 de mayo de este año. José María detrás de su madre.

Sus inquietudes educativas y sociales le impulsaron a profundizar en la educación de personas con discapacidades, primero en Madrid y, después como alumno becario de la Junta, en París, en 1927, lo que le convirtió en un innovador en la educación de personas ciegas o sordas.

Durante su larga permanencia en Madrid (1915-1936) compaginó actividades formativas con las docentes, culturales y políticas.

En sus actividades docentes en esta etapa madrileña destacan conferencias, charlas y lecciones ante diversos colectivos. Los temas eran los propios de su doble actividad: científica y pedagógica. Sirva como prueba su participación en las actividades culturales del curso 1931-1932 en la Residencia de Señoritas –Institución vinculada a la de Estudiantes y que nace con su mismo espíritu– en las que intervienen, entre otros, Xabier Zubiri, José Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, María de Maeztu, Federico García Lorca, así como Pedro Salinas, José Bergamín, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna... José María Navaz pronunció, en febrero del 32, una conferencia con el título: “Un capítulo de la psicología animal: el instinto”. Y también la conferencia impartida en la Escuela Normal de maestras de Pamplona con el título: “La enseñanza de ciegos”, en enero de 1925.

En esta etapa, son frecuentes sus viajes a Pamplona por motivos familiares y, por el tirón, como buen vasconavarro, de su amplia cuadrilla de amigos. Sólo por fuerza mayor –en especial durante la guerra y, por razones obvias, durante la postguerra– dejó de acudir a Pamplona a celebrar los Sanfermines ya que tenía verdadera devoción, que mantuvo hasta su muerte, por estas fiestas que él consideraba “únicas”. Excelente corredor en los encierros, mantuvo su afición por los toros y todo su entorno hasta el final. Disfrutaba con las grandes faenas de los maestros a los que conocía personalmente: Antonio Ordoñez –“don Antonio” decía inclinando la cabeza– Curro Romero... pero, sobre todo, disfrutaba con los toros. Siempre alabó la calidad de la Feria de Pamplona. “No ha sido buena corrida, pero ¡qué toros qué estampa, qué fuerza, qué belleza, qué casta, qué nobleza!” decía con entusiasmo. Sus comentarios eran para amigos y familiares lo mejor de la tarde taurina. Porque los Sanfermines eran también la ocasión de celebraciones familiares y, cómo no, cenas con los amigos “de siempre”, en “casa Marceliano”. Y también la de participar de la alegría, el bullicio, el color y calor de las calles tanto de día como de noche.

Reunión de Residentes en León en 1958

Reunión de Residentes en León en 1958.

Comprometido políticamente, cuando era muy joven, militó, según información familiar, en el partido Comunista, influyendo en la creación del mismo en Navarra. Más adelante, durante La República, se aproximó más al nacionalismo vasco.

En su juventud, practicó muchos deportes que inició en Pamplona en el frontón del Lagun-Artea, al lado del Arga, –un temerario salto de cabeza al agua le marcó con una gran cicatriz en la frente dando razón a María Ana Sanz que definía este río como traidor–. Algunos de estos deportes no dejó de practicarlos siendo adulto. La natación, el submarinismo, el remo, el fútbol, la pelota, el boxeo, el montañismo, incluso algo de escalada –se sentía orgulloso de haber escalado “Las Dos Hermanas” para colocar en una de ellas la Ikurriña–, fueron algunos de los deportes que practicó asiduamente. Siempre fue entusiasta espectador de las competiciones de pelota vasca y, cuando estaba en Pamplona, acudía frecuentemente al Euskal-Jai y al frontón Labrit.

Fueron también muchas sus aficiones de carácter más cultural. Su contacto con residentes como García Lorca, Buñuel, Dalí, Severo Ochoa le aproximaron al mundo de la poesía, del teatro, del cine, del arte, de la ciencia. Su participación en “la Barraca” le permitió conocer el mundo del teatro desde dentro. Entre sus aficiones entraba el mundo de la imagen que le llevó a ser aficionado a la fotografía de calidad e, incluso, fue el guionista de una película, en 1947, titulada: Pobladores del mar: Los invertebrados, que fue realizada en el Aquarium de San Sebastián.

Lector compulsivo, tenía una importante biblioteca donde, aparte de los libros de contenido científico, algunos de ellos escritos por él mismo, abarcaba una gran amplitud de campos que le eran interesantes y donde no faltaba la historia y la literatura. Gracias a ello, adquirió ese fondo cultural que le hacía ser profundo y ameno en sus conversaciones: “Solía ser, toda una delicia, charlar con él” dice en una justa y sentida necrológica José María Busca Isusi. Su atractivo personal, su buen carácter, su sentido positivo de la vida, la calidad de su voz, su dominio de la guitarra, le convertían en el centro de cualquier reunión, que él convertía en una fiesta divertida.

En el Xauen en 1953

En el Xauen en 1953.

En Vigo (1935-1945)

A partir de la guerra, se centra en su actividad científica y profesional que ya había iniciado cuando se incorpora, a partir de 1935, tras opositar, como Director y primer científico titular del Laboratorio Oceanográfico de Vigo. Ya desde la elección del tema de su tesis doctoral, había mostrado su interés por la biología marina. Durante los diez años en Vigo, realizó estudios de campo y diversas publicaciones en Trabajos del Instituto Español de Oceanografía como resultado de sus investigaciones sobre moluscos, pesca de peces emigrantes en Galicia, de especies poco habituales, así como estudios sobre pesca de arrastre en el Atlántico. Durante este periodo, en 1943, escribe su libro Estudio elemental de la pesca y sus problemas, que será publicado por el Ministerio de Marina diez años más tarde, y que se convertirá en manual de las escuelas de orientación marino-pesqueras. Dada la importancia de las expediciones marinas para su obra, el Instituto Oceanográfico de Vigo premió su actividad de investigación en biología marítima dando su nombre a un buque de investigación, el “José María Navaz”.

En esta etapa inicia diversas singladuras –que continuará más adelante– de investigación marina. Embarcaba durante varios meses con un equipo de investigadores en barcos, algunos viejos y destartalados, en amplias correrías por el Cantábrico y Atlántico, en las que, en algún momento, temieron por sus vidas. José María Navaz embarcó muchas veces en el “Xauen” un barco de guerra, posteriormente guarda-costas y, por último, buque de investigación, por el que sentía un especial afecto como demuestra el artículo que publicó en “El Correo” cuando fue desguazado. También fueron otros los barcos utilizados por los equipos de investigadores de Galicia y del País Vasco: el “Tofiño”, el “Malaspina” así como los “V-8” y “V-17”. Sus actividades de investigación marina le permitieron publicaciones científicas en revistas nacionales y extranjeras, ser solicitado conferenciante, ponente de diversos Congresos, en especial en la bianual de Copenhague, y colaborador científico en la prensa local.

En San Sebastián (1945-1975)

En 1945 colabora, ya en San Sebastián, en estudios a los que se dedicará en su etapa Donostiarra. En 1946 será nombrado Director del Laboratorio de la Sociedad Oceanográfica de Guipuzcoa, lo que le permitirá dedicarse a la investigación con entusiasmo durante 25 años. Una vez jubilado, solía decir: “mi lema es: estoy jubilado pero no retirado... mi vocación ha sido la biología marina... sigo con las mismas ilusiones y las mismas actividades”, tal como aparece en un amplio artículo de la “Voz de España”, de la que fue asiduo colaborador, pocos meses antes de su muerte que se produjo sin lograr ver publicado su último libro acompañado de magníficas ilustraciones, aun inédito, titulado: “Costa Vasca”.

José María Navaz en primer lugar, y en el centro García Lorca. Año 1923

José María Navaz en primer lugar, y en el centro García Lorca. Año 1923.

Desde su llegada a San Sebastián, ejercerá también la docencia ocupando la cátedra de Biología en la Escuela Normal.

A partir de 1945 destacan sus publicaciones en relación a la biología marina de las costas vascas y, muy en especial, sus investigaciones sobre la anchoa –“maná plateado de la primavera” que hay que preservar y proteger– a la que dedicará más de 10 años. Sus trabajos sobre la anchoa, la sardina y otras especies de la costa vasca serán publicadas en varios artículos, algunos de ellos realizados en equipo, por el Boletín del Instituto Español de Oceanografía, en el Boletín de la Sociedad Oceanográfica de Guipuzcoa y en revistas del extranjero como “Annales Biologiques”. En sus publicaciones sabe conjugar con maestría su propia investigación científica con las aportaciones que le dan los pescadores con conocimientos, fruto de su experiencia y de una cultura heredada.

Obras suyas dignas de ser destacadas son: La pesca de arrastre en pareja (1948), Historia de una angula que se convirtió en anguila (1964), ambas publicadas en San Sebastián, por la Sociedad Oceanográfica de Guipúzcoa, y Medios de ataque en los animales marinos, publicada en Madrid, en 1967.

Desde la fundación, en el año 1947, estuvo vinculado, como socio fundador, a la Sociedad de Ciencias Aranzadi formando más tarde parte de la Junta Directiva, y ocupando la presidencia durante varios años. Será, igualmente colaborador de su revista “Munibe” donde, ya en su primer número, en 1949, publicará un interesante artículo sobre ”El mar de Guipúzcoa y sus problemas” Contribuyó con su escrito: “Río-sucio y el mar”, publicada también en “Munibe”, en 1958, a la gran labor de la Sociedad de actuar en contra de la contaminación medioambiental.

Muy vinculado a Donostia por sus veraneos desde su infancia, fijó en ella definitivamente su residencia en 1946. Allí –en la ciudad donde vivían sus hermanas Carmela y Mª Esther– al lado del mar, en el puerto y en la Parte Vieja, se sentía en su casa, era muy conocido y, gracias a su afabilidad se relacionaba con todo el mundo. Dejaba Pamplona justo después del “pobre de mi” porque no quería ni podía faltar a las fiestas que San Sebastián ofrecía en el Puerto, un homenaje a los arrantzaleak, el día de la Virgen del Carmen del que era cofrade de honor.

Amante de la buena comida, apreciaba la calidad de la buena cocina doméstica y de los restaurantes y también practicaba él mismo la cocina en su txoko preferido: la sociedad Amaikak Bat, de la que era socio y donde participaba en comidas y cantos –así como en actividades diversas– con sus amigos de la sociedad. Incondicional de la Real, disfrutaba de sus triunfos, incluso frente al Osasuna, lo que nos justificaba diciendo que Pamplona no podía hacer competencia a San Sebastián porque: –“tiene cantera, los niños pueden jugar en la playa desde pequeñitos”–. Sin embargo eran frecuentes sus viajes a Madrid y Pamplona –donde no dejaba de realizar “un recorrido sentimental” por el Casco Viejo– por razones profesionales, familiares o de amistades.

Profundamente sensible y afectivo, tenía un marcado sentido de la familia y de la amistad. Su sentido de la libertad le hizo ser muy independiente en su vida particular. Su frase: “libertad al punto” fue indudablemente el lema de su vida y la respetaba igualmente en los demás. Indudablemente, ello le convirtió en un soltero vocacional, aunque nunca dejó de ser para todos sus sobrinos ese tío-padre que nos enseñó tantas cosas: natación, filosofía de vida... Muy expresiva la manera como finalizaba un artículo sobre el aburrimiento con estas palabras tan frecuentes en su boca: “¡Carpe diem... sacándole punta a cada minutito que te quede en esta repajolera existencia!”. Y, por encima de todo, amor al mar y sentido de libertad.

Es éste el José María Navaz –el tío Mally de tantos sobrinos– que he conocido, querido y admirado. Y si he escrito esta reseña, ha sido con el deseo de animar a personas expertas, en especial a los jóvenes, a que puedan profundizar en lo que aporta –en muchas facetas: científicas, pedagógicas, culturales y humanas– esta relevante personalidad de nuestra historia ya no tan reciente. Y quiero terminar con las palabras de José María Busca Isusi en la necrológica: NENIA POR JOSÉ MARÍA NAVAZ: “José María ha muerto, pero ha quedado entre nosotros. Su obra queda”.

La opinión de los lectores:

comments powered by Disqus
Eusko IkaskuntzaAsmozEusko Media